"Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así. Aprovecharlo, o que pase de largo, depende en parte de ti"


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miércoles, 10 de abril de 2013

Mírame, Señor



Mírame, Señor

(Publicado en la revista "Jesús", de Úbeda, en 2013. 
Por cierto, finalmente salieron Jesús, el Sol, y mi pequeña...)


Mírame, Señor, si no puedo verte.
Ilumíname aunque esté distante,
Si no logro estar en el santo instante
En que sales a cargar con la muerte.

Rezaré por la vida, con Fe fuerte.
Esperando, o con ella delante,
Recordaré que su brío pujante
Es milagro de Amor que ofrecerte.

Mírala, Señor, extiende tu mano,
Esa que mi cruz, tan tuya, soporta.
Inunda de tu Luz su alma risueña.

Jesús, quiero despertar muy temprano,
Hallar el don que mi vida conforta:
Saldrás Tú. Y el Sol. Y mi pequeña.


Adrián Navarrete Orzáez, en la semana 32
2 de febrero, día de la Candelaria, o de la Luz

Columnas de piedra - Una reflexión y un homenaje



Columnas de piedra

 Una reflexión y un homenaje 

(Publicado en la revista "La Columna", de Úbeda, en 2013)

La tarde de Viernes Santo del año pasado, revestido de columnero en la plaza de Santa María para comenzar la Procesión General, y mientras me quedaba helado a consecuencia del frío tremendo que hacía, observé que las columnas originales de piedra maciza del trono de la venerada imagen de Nuestro Señor habían sido sustituidas por otras que simulaban, muy bien por cierto, ser piedra o mármol, pero que eran de madera o material similar.

Me sorprendió. Lo reconozco. También pensé que este cambio estaría más que justificado y aprobado. Justificado, por el aligeramiento del peso del trono. Las columnas originales de mármol macizo pesan como pesan todas las piedras macizas. Mucho. Y aprobado, por el órgano cofradiero competente y mediante el procedimiento que esté establecido. En todo esto quedo tranquilo porque me consta que La Columna tiene muchos hermanos responsables muy preparados para seguir demostrando, como siempre, que es una cofradía que sabe hacer las cosas bien hechas, como debe ser.

Pocos días después de Semana Santa comencé la redacción de este breve artículo, que no trata ni quiere tratar sobre esta modificación del trono, sino que trae el símil de la piedra, de la roca de la que está hecha una columna, para hacer una reflexión y un homenaje.

Reflexión. Ser cofrade y ser cristiano y ser penitente y ser de Iglesia es un compromiso que en ocasiones puede resultar pesado. Como una piedra. Y está claro que si vaciamos de contenido una piedra o la sustituimos por otro material, la carga resulta más llevadera, aunque no sea la auténtica. No se pone en riesgo una cofradía por sustituir columnas de mármol por otras de madera en un trono. Es más, no desaparece una hermandad por sustituir un trono entero, o por tener la desgracia de perder incluso una venerada imagen. Que esto en nuestra querida cofradía también ocurrió y no por ello despareció, que aquí estamos, seguimos y seguiremos. Y es que lo importante, lo realmente importante, no es perder la foto o la imagen de un familiar, sino perder al familiar. Y perder al familiar no es que se nos muera, sino que se nos olvide. Lo que sí que sería grave, o más que grave, el fin, es olvidar o renunciar a los cimientos de nuestra Fe cristiana para hacerla más llevadera. Lo tremendo y lo preocupante no es perder la talla de un Cristo, sino perder a Cristo y olvidarse de su mensaje. Por tanto, digo que si se vacía la columna del trono para hacerlo más llevadero, no me parece mal, lo puedo entender, y como me faltan criterios de especialista en la materia sobre la conveniencia histórica, artística o estética de dicho cambio, tampoco voy a opinar en este sentido. Pero también digo que si se vaciara la Cofradía de la Columna de contenido para hacer más llevadero esto de ser cofrade, me parecería triste y preocupante, y rezo para que nunca lleguemos a tal situación.

Homenaje: a Don Manuel Fuentes Garayalde en el año del centenario de su nacimiento. Decía antes que perder a un familiar no es que se nos muera, sino que se nos olvide. Se nos murió el bueno de Don Manuel pero no lo perderemos mientras no olvidemos su legado. Por eso aplaudo con fuerza lo que La Columna está haciendo para homenajear y rememorar a este hombre excepcional en su centenario. Y baso mi personal homenaje en una parábola de esas con las que Jesucristo, que fue azotado en una fría columna de piedra, enseñaba a los que se  acercaban a oír su mensaje. A mí bien me parece que Don Manuel pudo ser ese hombre prudente del que hablaba el Señor en su parábola y que edificó esta Gran Familia de La Columna sobre roca. La roca firme de la Fe cristiana, con toda su dureza y toda su fortaleza. Con todas sus consecuencias. Con todo su peso. El peso que este gran líder de esta gran hermandad quiso y supo llevar con sencillez, verdad y estilo propio. Dejando huella. Abriendo camino y marcando el sendero. Por eso, por el abnegado y generoso esfuerzo de Don Manuel, y también de todos los que a Don Manuel han seguido el rastro, y a pesar de vientos, torrentes y tempestades, nuestra cofradía nunca dejará de ser una gran familia. Bendito sea Dios.

Esta es la parábola: “Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.” Mateo 7, 24-27

Nada más. De verdad. Un abrazo fraternal