"Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así. Aprovecharlo, o que pase de largo, depende en parte de ti"


.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Un adagio como yo






http://www.youtube.com/watch?v=8bneQ26bHXk


Si quieres encontrarme, hay muchos y bellos lugares donde hacerlo. Uno de ellos es esta música. El Adagio de la segunda sinfonía de Rachmaninov. A su melodía y  sus armonías están unidas muchas emociones y sentimientos vividos en momentos fuertes de mi vida. Uno de los Adrianes más auténticos de los que he sido en mi vida está aquí metido. En estos acordes y melodías que me acompañaron durante años y años, como bálsamo ante las decepciones y sufrimientos, y como vino reposado con el que brindar sin estridencias en las alegrías y los triunfos. Como si fuera una banda sonora o sintonía de los más intensos capítulos de mi vida. Por eso una parte muy importante de mi vida está aquí dentro. Dentro de estos compases. La música es el único arte que no sólo se crea, sino que se recrea necesariamente en el tiempo. Y nos permite prolongarnos en él. Oyendo este Adagio, sea hoy, o mañana, me estás oyendo a mí, porque este Adagio podría ser una especie de biografía en clave musical, o una parte de la columna vertebral que sostiene mi forma de ser.

Créeme. Te hablo a través de la melodía de este Adagio e intento decirte cómo me siento en un día tan normal y a la vez tan especial como hoy. Y cómo afronto los Tabores y los Calvarios de la vida, que de todo ha habido, hay y habrá.

Adagio es una forma de entender y enfrentar la vida. Pero este Adagio. Porque hay muchos y no todos son iguales. No estoy ensalzando la lentitud como mi principio vital. Ni tampoco estoy diciendo que mi bandera sea la calma. Hablo de este Adagio. Este concreto. En esta pieza no sólo hay tempo Adagio, que también. En esta pieza hay coraje y pasión. Garra. Hay espíritu ascendente. Edificante. Melodías que no se dan por vencidas. Melodías que crecen. Que levantan la cabeza tras la caída. Optimistas. Que se expanden con equilibrio. Sin estridencias. Melodías que buscan extenderse a los demás y aprovechar con gratitud cada parte de cada compás bueno que ofrece la vida. Melodías amigas y generosas que quieren llegar con naturalidad al corazón de los demás, para aliviar un mal rato o ayudar en lo que haga falta.

Me he equivocado muchas, muchísimas veces en mi vida. Y pienso que un modo de identificar mis errores podría ser medir la distancia entre mis comportamientos y lo que esta música simboliza. Cada vez que esta distancia ha sido grande, he cometido un error. 

Y ahora que has llegado, ahora que estás aquí, Adrián, hijo mío, que extiendes un nombre y apellido que llevo con tanto orgullo, me acuerdo de esta música. Porque veo en tu calma mi calma. Y en tu aliento, el mío. Y en la primera sonrisa que hoy, hace un rato, has dedicado a mamá, la expresión que mejor resume en un solo gesto todo lo que esta música significa para mí. Y me has hecho muy feliz, y me has hecho sentarme a escribirte. Ya me leerás. Lola está ahora aprendiendo a leer, e Inma a hablar, tú no te agobies y sigue aprendiendo a sonreír, que ya te tocará y llegará el día en que leerás esto. Un Adrián Navarrete, otro Adrián Navarrete, leerá estas líneas que con tanto cariño escribo para él. Y si buscas a tu padre, si buscas al Adrián que esto escribe, en esta música encontrarás una parte muy importante de mi vida. Y me conocerás mejor. Y entenderás mejor cómo me siento justo hoy. Y por qué te estoy escribiendo.

Bienvenido. Te quiero, hijo mío. En Adagio.  Sin prisa. Que tenemos - tú más que yo – mucho tiempo por delante. Para hablar, para leer, para escribir…