Tere,
Jamás olvidaré tu desparpajo, tu espontaneidad, tu sentido del humor. Jamás olvidaré tu fuerza y tu coraje en estos últimos años que han sido un auténtico ejemplo vital para todos. Jamás olvidaré que fuiste tú quien me hizo tan fácil y tan divertido conocer en aquella tarde de verano, y nombre por nombre, a la inmensa familia Luque que desde hace más de seis años también es mía y que hoy llora tanto que te nos hayas ido. Y estoy convencido que mis padres estarán hoy encantados de ser ellos unos de los que te presenten como recién llegada a la inmensa familia de la Eternidad.
Eres Teresa de varios Jesús, incluido tu pequeño y segundo nieto Diego Jesús al que te ha dado tiempo de ver recién nacido en estos días. Por eso, para homenajear tu valor y tu coraje ante esta cruel enfermedad, déjame que cambie "dulce" por "Diego" en estos versos de Teresa de Jesús que leí hace poco y que no paran de darme vueltas esta noche en mi cabeza:
"Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno;
véante mis ojos,
muérame yo luego."
Descansa en Paz, Tere, descansa.