"Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así. Aprovecharlo, o que pase de largo, depende en parte de ti"


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miércoles, 2 de mayo de 2012

Treinta y nueve




Treinta y nueve es el triple de trece. Y sé muy bien lo que estoy diciendo, que tiene poco que ver con las cábalas matemáticas, menos aún con cifras supersticiosas, pero sí que tiene mucho que ver con mi vida, y no sólo porque sean treinta y nueve el número de escalones que conducen al segundo de Real, 19.

Pienso que los números siempre tienen una doble naturaleza simbólica. Tanto en lo matemático o universal, por las magnitudes que representan; como en lo psicológico o personal, por el valor que luego cada cual queramos darle. Así que para mí treinta y nueve es una referencia. Un listón. Una línea. Una altura. Una marca. Una meta volante a la que me acerco emocionado.

“Ese escalofrío que notas ahora por la espalda es la emoción. Es normal. Y es bueno”. No sé cuándo, ni en qué contexto, pero jamás olvidaré quién me explicó esta sensación evidenciando que me conocía tanto como para saber sin fallo, aunque yo no lo dijera, lo que pasaba por mi cuerpo la primera vez que, allá por el primer tercio de la vida que llevo vivida, noté con desconcierto la primera sacudida, la primera de tantas que han venido luego, que recorre el cuerpo de arriba a abajo cuando vivimos momentos especialmente intensos, sea en la felicidad más radiante, sea en la pena más honda.

Así que tengo la ilusión grande de llegar al escalón treinta y nueve. A esta referencia. A este piso. A este nivel. A esta marca. Entre otras muchas causas, que muchas hay para celebrarlo, para dar gracias por ello y seguir viviendo intensamente, exprimiendo cada minuto y valorando el regalo de cada amanecer, pensando que hoy siempre “puede ser un gran día, imposible de recuperar”, y sin renunciar jamás a sentir la realidad de la vida pasearse por mi cuerpo como corresponde, con todo lo que la vida trae y conlleva, con todas sus risas y con todos sus llantos, con todas sus emociones. Porque eso es normal. Y es bueno. Porque eso forma parte de la vida. Y parte de mi vida.

Lo mejor de las referencias, cuando son buenas y verdaderas, es que nos enseñan a seguir siendo pequeños, y nos ayudan a visualizar en cuántas cosas nos hemos equivocado, y en cuántas podemos mejorar en los escalones que nos queden por subir. Y nos permiten orientarnos mejor en el mapa de la vida, que a veces se nos arruga demasiado.

Dos de mayo. Pienso que hoy es un hermoso día para felicitar a quien más supo y mejor me enseña cómo se vive de verdad. Y justo en este momento, cerrando este escrito, caigo en la cuenta de que precisamente en la víspera de este día he disfrutado de una magnífica jornada de campo con mi mujer y mi hija, y juntos hemos subido andando tres kilómetros hasta Cumbres Verdes. Cumbres… Verdes… Y la única amapola encontrada en el camino no se nos ha perdido. Entre otras cosas, porque a Lola le ha gustado.

1 comentario:

  1. Acabo de leer ese "treinte y nueve", ese "triple de trece". A mí también me dice mucho. Eres tan grande como Ella. Y a la única amapola le ha gustado Lola. Te quiero mucho.

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